Mi primera visita a Cabo Rojo fue a los 6 meses de edad, según mis padres. Como ambos trabajaban en el gobierno, la estancia fue en las cabañas de Boquerón. A partir de entonces, Cabo Rojo se convirtió en mi segundo hogar.
Fuimos por mucho años a las cabañas 4 veces al año durante una semana o dos. Allí descubrí a los violinistas ( jueyitos) y me enterraba hasta la rodilla con tierra de mangle negro y apestoso para poner los jueyitos en un vasito plastico….despues los soltaba.
Mis vacaciones en Boquerón fueron mágicas. Invité a amigos, primos, nos ibamos a janguear como si fueramos grandes. Como adulto, iba a Boquerón al menos una vez al mes. En ese momento yo era abogada en el Departamento de Justicia y tenía como cliente a: “El Negro” Santos, Alcalde de Cabo Rojo. Conocí a su familia y amigos, un ser humano extremadamente carismático.
Fui a acampar a Combate con amigos y nos alojamos en tiendas de campaña en las Salinas. Ver el amanecer y el atardecer en Combate siempre ha sido, y sigue siendo, mi momento favorito.
En 1994 y 1998 mis padres compraron propiedades en Combate. Así que he estado yendo a Cabo Rojo regularmente durante casi 30 años.
Las playas de Cabo Rojo son hermosas!!! Buye, Boquerón, Combate, Guaniquilla, Puerto Real, las Salinas; la gente de Cabo Rojo es maravillosa, el negocio, la comida, la bandera multicolor por todas partes.
Por último, pero para destacar mi querida Playuela (la playa del Faro de Cabo Rojo) que para mí es el espectáculo más fascinante. El faro se alza majestuosamente en un acantilado aterradoramente fascinante … la playa, en forma de herradura, acaricia esa punta del suroeste y su costa apartada y seducida por el viento promueve una gran serenidad. Es una maravilla puertorriqueña.